22 de septiembre de 2014

Un puffle

Navidad y Matanza de Carlos Labbé.

Me limité a leer 60 páginas (algo más de 1/3 del libro). Aburrimiento y dificultad para conectar con el texto. Parece un trabalenguas alargado. Es una novela que busca generar una atmósfera enrarecida presentando varios elementos de forma ambigua (el hadón, los personajes, los saltos temporales, la pieza...) y otros tantos explícitamente (un laboratorio, un experimento...) con el fin de que la mezcla transmita fragancias bizarras. El problema es que la ambigüedad se convierte en niebla porque el autor no la maneja de forma sutil. Hay una concatenación de ideas, personajes, fechas, situaciones, que se indigestan rápidamente. Resumen de las deficiencias del texto en una cita: "Montes nos pediría que diéramos por terminado nuestro pasatiempo. Ya no le haría gracia la historia de la niña y el padre que se bañan en el mar mientras les roban las toallas, porque detectaron las apariciones primero de Edgar Lee Masters y de Real –coincidencias al principio, fueron las conjeturas– y luego del hadón y de los Vivar como una protesta rabiosamente explícita de nuestra parte por el mutismo de Sábado, que permanecía encerrada en su pieza desde hacía más de un mes". Batiburrillo de ideas y personajes, construcción sintáctica dudosa, ambigüedad... y eso aparece al principio, sin un desarrollo previo que al menos permita al lector intuir por dónde van las referencias. Otra cita más, por gusto: "Montes padre comprobaba cómo nosotros [...] respondíamos a su hipótesis de desintegración. Por eso había dejado que jugáramos a esa estupidez de la novela por email, incluso aunque habláramos pestes de él creyendo que nuestras casillas eran de acceso personal y privado. La subjetividad de cada cual se comprometería más en una creación literaria que en el trabajo de síntesis del hadón". Muy ambiguo. Buscando despertar interés en el lector a través de una ocultación de información que muestra muy pocos recursos. Luego los capítulos cambian de número a su antojo (1, 2, 7...) como si hubiera capítulos que no se presentaran al lector (¡dios mío qué original y postmoderno!). En internet algunos dicen que todo es un puzle, que hay que juntar las piezas y descifrar qué es real y qué no. Bueno... jueguitos de ese tipo hay muchos y éste no es uno de los más afortunados. Otro recurso algo pobre es el de acabar los capítulos con frases efectistas que en ningún momento aportan algo al conjunto: "Él encendió el auto y voló rumbo a la carretera. Allí donde tanto anida la muerte". He llegado a leer que este escritor es el nuevo Bolaño y uno de los autores postmodernos más prometedores de Sudamérica. Esperemos que aparezca algo mejor por aquellas tierras.

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