16 de septiembre de 2013

Club Palahniuk

Manual del contorsionista de Craig Clevenger.

Prosa a lo Chuck Norris, digo, Palahniuk (¡club de la comedia!, titiri titi titiri titi) (¡mejor de la lucha!) (madre mía, eres el rey del humor) (¿lo dudabas?). Con razón sale Chuck en el escaparate contraportadil comiendo ano. Y va de un falsificador que oculta su identidad, metáfora: se siente como un contorsionista. Suena bien, pero el texto en sí mismo no transmite nada. Blablabla sobre la identidad dicen algunos, falacias, aparte de que no profundiza existencialmente, ¿por qué necesita tener nombres falsos?, no es demasiado riguroso, no hay una base sólida, el motivo no es otro que generar misterio y mostrar su gran inteligencia y habilidad para falsificar y engañar a los demás, y conseguir así que el lector sienta lo guay que es el tío y cuánto le gustaría estar en su piel (técnica añeja). Se salva el primer tercio del libro, bien escrito, sugerente, atractivo, con detalles psicológicos y cierto análisis del lenguaje corporal interesante. Luego eso se repite y deja de funcionar tan bien como al principio. Algo que tiene el autor es la capacidad de intensificar los momentos (muy Chuck también), consigue que el enfoque de la situación sea más concentrado, impacte más al lector. Está bien, el problema es que esto sólo sucede 4 o 5 veces en más de 300 páginas y no soy un lector de los que aguanta el desierto para refrescarse en los oasis. Tras pasar el centenar de páginas, el autor empieza a trazar círculos sobre lo mismo, la falsificación, el hospital psiquiátrico, las drogas, los negocios chungos, el sexo gratuito (no porque no pague, sino porque funciona como recurso efectista), etc. Y no pude terminarlo, etc.

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