22 de septiembre de 2008

Decía, pensé en el mesón

El malogrado de Thomas Bernhard, o cómo el éxito de alguien cercano puede llevarte a la autodestrucción.

El éxito de Glenn Gould, intérprete de Las Variaciones Goldberg de Bach. Materia artística: P (de piano). Si él es un genio en P y tú no lo eres, tú eres incapaz, un mero espectador de su genialidad y eso jode. La calidad del texto va de más a menos ya que una de las bases formales de la narración consiste en la repetición de palabras y en enfoques en espiral, diciendo lo mismo con diferente orden. Bernhard utiliza el concepto de Las Variaciones Goldberg de Bach (melodías diferentes que se entrelazan por medio de una melodía común que suena de fondo). Al principio todo esto tiene un toque cómico y resulta interesante pero al final cansa. Mientras la trama va sucediendo, el autor mete pequeñas puñaladas a su entorno social y político. Yo lo veo como un ejercicio narrativo basado en un concepto al que se le ha dado contenido. Parece que el mensaje es un quiste del lenguaje. ¿Es algo voluntario o involuntario por parte del autor? Creo que no se ha percatado, el lenguaje repetitivo (la melodía de fondo) hace que la narración resulte artificial y al hacer eso el propio artificio toma más protagonismo, dejando al contenido en un segundo plano. A pesar de hablar de las variaciones Goldberg en el propio entramado, da la sensación de que el tema tratado podría haber sido otro cualquiera y que podría haberse tratado con mayor potencia.

*Otro punto de vista sobre el mismo libro en la entrada de 2013.

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